Como todos sabemos, la religión mususlmana prohibe comer productos procedentes del cerdo y alcohol.
Y cuando empiezas a cocinar aquí, te das cuenta de cuánto echas de menos al hermoso gorrino español. Le escribiría un poema, pero va a ser que la poesía no es lo mío.
Nada más llegar, empiezas a probar la comida que hay por aquí y todo adquiere un regustillo concreto. Es el sabor moruno. Y resulta complicado encontrar algo que no lo tenga. Es ese sabor que permanece durante más tiempo del deseado y que le da un toque a la comida tal que llegarías a matar por un buen plato mediterráneo.
Compras comida por ahí y te las puedes ver y desear hasta que encuentras algo que te sepa rico. Y si lo encuentras, llévate todo el que puedas porque es tremendamente probable que te cueste volver a encontrarlo la próxima vez que vuelvas a por eso en concreto o que desaparezca para siempre.
Nunca he mirado tanto las etiquetas de dónde ha sido envasado cada producto como cuando vine para acá.
La comida, en rasgos generales, se puede clasificar con las siguientes calidades:
Carne: suele ser más bien mala. Esa ternera de asilo que, aunque la cocines poco, está más dura que un cuerno. Ese cordero que ya creció hace tiempo, tanto tiempo que ni siquiera recuerda cuándo fue lechal... También puedes encontrar camello. No lo he probado directamente, pero es la carne que uso para las lentejas porque tiene un poquito de grasa.
Verduras: son como de juguete. No tienen mala pinta, pero saben a nada, absolutamente nada. Me ha llamado la atención especialmente el tamaño de los calabacines y de los pepinos. Es como si se hubieran cambiado las tornas con los tamaños que hay en España. Los pepinos son muy grandes, mientras que los calabacines tienen tamaño de juguete. También hay una buena variedad de verduras que no había visto en mi vida y que, algún día intentaré probar y ya os contaré qué tal saben si me entero de cómo cocinarlas.
Legumbres y cereales: Todo lo que quieras y en el tamaño que quieras. Que quieres 30 Kg de arroz en el carrefour, los tienes sin problemas. Hay un pasillo enorme dedicado al arroz. Todo tipo de arroz en tamaño gigante. Respecto a los garbanzos, lentejas, judías y demás, tampoco hay problema en encontrarlos y en tamaños un poco más asequilbles.
Ahora viene lo dificil. Y para ello pondremos un ejemplo muy sencillo: quiero hacer unas lentejas de las de toda la vida de dios. Parece sencillo, pero no. Te faltan la mitad de los ingredientes.
Las lentejas no hay mucho problema. Las tienes naranjas, más amarillas, las marrones grandes y al fin, consigues encontrar las chiquitinas marrones que son las que me gustan.
El aceite de oliva español también encuentras sin problemas (Rafael Salgado),. No es como el de casa, pero no está mal.
El laurel, no hay problema. Las patatas y la cebolla tampoco.
El problema lo encontramos con el pimentón, el chorizo y el tocinillo. Pero esto lo solucionaremos de la siguiente forma:
Pimentón: mezclamos paprika con Chilli cachemira powder (que no sé si está bien escrito, lo que sé es que pica que puede matar a cualquiera y no estoy exagerando nada de na). La paprika es demasiado dulce y lo otro es demasiado picante y, como no eres capaz de conseguir un pimentoncito tipo español ni de broma, pues con la mezcla sales del paso bastante airosamente.
Tocino: buscas o te buscan una carne de camello que viene cortada en trozos relativamente pequeños y que tienen algo de grasa. Con lo cual, ya tienes la carne cocida y el "tocino" todos juntos.
Y por fin, el añorado chorizo: peperoni o salami del que se echa a las pizzas del que os dejo un documento gráfico.
Al final quedan bastante decentes. Pero aún así, se echan mucho de menos las lentejas de la Mamma.
Y si sales a comer por ahí, tienes restaurantes de muchas partes del mundo. Los que mas abundan son las sawarmerías, que son como los kebap pero en tamaño más pequeño y les meten hasta patatas fritas. Están muy ricos, he de decir en su defensa. Los restaurante americanos también abundan bastante (suplen el típico y más usado por nosotros bacon de cerdo por el de ternera) y luego te encuentras italianos, indios, pakistaníes..
También se puede ir a algún restaurante más típico de estas tierras. Estuvimos en uno que tenían ambientado como si cada cuarto fuera el interior de una jaima en el que colocaban un hule en el suelo, encima de la alfombra, y comías sentado en unos cojines en el suelo. La comida bastante buena, aunque la variedad escasa en el sentido de que casi todo es arroz con algo.
Y todo esto a 11 días de catar las deliciosas viandas navideñas.....