martes, 13 de abril de 2010

Im-presionante

Ayer nos ocurrió una de esas cosas que sólo ves en las películas.
Quedamos para ir a cenar a un italiano para celebrar el cumpleaños de un amigo. Fuimos cucanieves y los cuatro maromitos. Por supuesto, fuimos a la sección de familias ya que llevaban una mujer.
Cenamos los 5 tranquilamente. No pedimos postre porque, la verdad, llena bastante la comida que te ponen y estabamos algo cansados.
Pedimos la cuenta. A los 2 minutos de haberla pedido, nos llegó un camarero con 2 porciones enormes de tarta de chocolate. Le dijimos que no habíamos pedido nada de postre, que se debía haber confundido.
Y en ese momento nos dijo que no, que nos había invitado al postre una de las mesas.
La mesa en cuestión era una en la que había únicamente 4 mujeres.
La verdad es que alucinamos. Sí que son atrevidas estas Saudís. Después de eso no paraban de echar miraditas a la mesa, de cuchichear y reirse. Y, por supuesto, de jugar con el bluetooth.
Elemento que usan en este país para ligar y que, personalmente, me parece ligeramente peligroso, porque nunca sabes de quién puede ser ni lo que te vas a encontrar.
Algún que otro mensajito debieron enviar porque no paraban de reírse. Lo único es que llegó a la zona de solteros que estaba al otro lado de la sala y, por supuesto convenientemente separado por paneles.
La muy atrevidas, querían golfear con mi harem particular.... Si es que no respetan nada en este país...

Ésta fué una experiencia curiosa. Ahora os contaré otra que vimos en el aeropuerto mientras esperabamos a un compañero de mi marido que llegó hace unos días.
Estabamos esperando cerca de la barra de delante de la salida de pasajeros para que nos viera bien cuando saliera (era su primera vez), cuando salieron unos cuantos charlis. De repente 2 saudís, poco más que se abalanzaron sobre estos. Sin mediar palabra, cogieron los papeles que traían en la mano y que parecía parte del vuelo y, directamente les quitaron el pasaporte que llevaban en el bolsillo de la camisa. Y ésto mismo le ocurrió a otro par de grupos que salieron después. De hecho, atascaron un par de minutos parte de la zona de salida porque tenían un ojo clínico para localizar charlis que resultaba espectacular.
Los saudís trabajaban el el aeropuerto, o al menos, eso parecía. Impresiona ver la cara de susto de los pobres charlis. El ver que no pueden hacer nada y que ya ni tienen su pasaporte, que junto con una bolsa de viaje y alguna que otra caja es lo único que traen.
Estos pobres son la esclavitud encubierta que hay en este país donde se respetan tanto los derechos humanos.
Cuando vienes aquí, tu espónsor se queda diréctamente con tu pasaporte. No puedes cambiar de trabajo ni te puedes marchar del país si la empresa para la que trabajas no te da permiso o, lo que es lo mismo, te devuelve tu pasaporte.
Cuando nos marchábamos, vimos que aún tenían al primer grupo sentados en la zona de espera.
Suponemos que, cuando ya estuvieran todos los que tenían que llegar, los recogerían a todos a la vez y se los llevarán a trabajar en su nuevo infierno en el que ganan algo más de dinero que en su país natal. Eso suponiendo que les paguen lo que se supone que acordaran antes de venir.
Realmente no te das cuenta de lo inmensamente afortunados que somos de haber nacido donde hemos nacido y en las condiciones en las que estamos hasta que vienes a este tipo de países dónde parece que sólo respetan a los occidentales y al resto los trata poco más que como basura. 

sábado, 10 de abril de 2010

Llueve






Se ha puesto hace un rato a llover. No ocurre muy a menudo. Lluvia con tormenta. 

Parece como si tuviéramos una tormenta de verano de las que suele haber en Agosto en España. 
Resulta tremendamente agradable. No me he podido resistir a salir a la entrada del portal a disfrutar del espectáculo. Es entrañable ver a la gente que va a salir de casa tranquilamente y se encuentra con la lluvia. Unos gritan camino del coche, a otros les gusta menos, y todo tipo de reacciones.
Nunca pensé que echaría tanto de menos la lluvia, aunque por España este invierno seguro que ya estaréis saturadísimos de nieve, frío y lluvia. Me da pena que, justo el primer invierno que he faltado de España ha sido el que más nevadas ha tenido, porque creo que me gusta demasiado la nieve aunque sea un incordio.

Lo que pasará, si sigue lloviendo un poco más. Porque hoy sí está cayendo con fuerza, no como otros días, es que pondrán todos las luces de emergencia y se volverán locos. Al no haber alcantarillado, se formarán balsas y auténticas piscinas de agua y esta noche o mañana, irán apartando el agua de un lado a otro con las palas de las máquinas.
En fin, para que luego diga yo que en España (más bien en Madrid) caen 2 gotitas y nos volvemos tontos.

Feliz lluvia a todos

lunes, 5 de abril de 2010

Cookinando que es gerundio

Esto es lo que dicen los niños pequeños de unos amigos. Mezclan los verbos en inglés con la conjugación española de los mismos. Es decir, to cook (cocinar) lo españolizan. Tienen los pobrecitos míos un espanglish tremendo. Pero la parte del inglés con una pronunciación envidiable e impecable.
Pues lo dicho. A falta de poder irte al cine o a cualquier otra cosa a la que te irías en España para pasar el tiempo de la mejor forma posible, te dedicas a entretenerte, en ocasiones, como buen ama de casa cocinando.
Todo empezó viendo una serie (cómo conocí a vuestra madre). Estabamos pasando la tarde y, de repente, en la serie aparecieron con unas tortitas. Me entró un antojo tremendo de tortitas. Salí corriendo hacia el ordenador y puse a buscar la receta. Cuando terminamos de ver la serie me volví al ordenador y encontré unas cuantas. Terminé por elegir una de una página de cocina en la que te vienen millones de recetas bastante bien explicadas (aunque las cantidades a veces fallan un poco por erratas que se les deben escapar al escribirlas). 
Las tortitas, he de decir que son increíblemente fáciles de hacer y se tarda nada y menos. Las hice esa misma tarde y, por supuesto, ya ni cenamos. 
Quedaron tan buenas que, mirando un poco más la página encontré demasiadas recetas más de cositas ricas que se podían hacer.
Mi siguiente intento fue la masa de la pizza. Para mí que había algo que no estaba demasiado bien en la receta porque me quedó un churro que se caía a trozos aunque comestible. Una pena.
Mi experimento de ayer fueron magdalenas. 


Éstas magdalenas

La verdad es que estoy muy orgullosa de las magdalenas que me han salido. Porque, aparte de tener buena pinta, están ricas. Y no es que lo diga yo, es que vino un amigo a ver cómo habían quedado y, con la boca llena de magdalena dijo: si saben como las de mi pueblo....
Aquí está la prueba de que son mías y caserísimas:


En ese horno de última generación que tenemos


Mi primera hornada.

Y ahora me queda aprender a cocinar, aparte de una barbaridad de cosas, aquello con  lo que rellenar el siguiente recipiente que encontramos en Saco (que es lo más parecido a un LM por aquí)


Efectivamente. Es una paellera o paella para los entendidos de 50 de diámetro y con la superficie antiadherente. No nos hemos podido resistir a comprarla.

viernes, 2 de abril de 2010

Siete y no más, Santo Tomás

Siete y no más son las veces que he ido a una tienda de abayas que estaba en un centro comercial venido a menos.
En la famosa tienda, como un año antes, una amiga había ido a copiarse una abaya en una tela buena y había resultado todo un éxito. El de la tienda muy amable, te entendías con él en inglés y la abaya estaba preparadita y perfecta en una semana. Y todo ello, además, a muy buen precio.
Nuestra historia comienza cuando llega una nueva cuca española que viene de otro país de por aquí cerca con una abaya de dicho país. La abaya en cuestión, parece más un thob (vestimenta masculina) en negro y con diversos motivos florales bordados y con la zona de la pechera con telas de colores. Vamos, más que atrevida en comparación con el negro sobrio o con el negro con sólo en las mangas brillitos, pedrería o bordados exageradísimos que se llevan por aquí.
La abaya de nuestra nueva cuca le gustó mucho a la que ya se había copiado la abaya el año anterior. Le pedimos la abaya-thob a su dueña, yo me llevé la primera abaya que tuve y con la que no parecía un saco de patatas negro y nos dirigimos una mañana hacia la tienda para copiarnos las abayas. 
Esa fue la primera en la frente. Deberíamos haber captado que no sería bueno hacerse ahí una abaya. La tienda era de un saudí y lo malo, malísimo, era un saudí el que también te atendía en la tienda.
Parece un detalle sin importancia, pero lo que ello conlleva, os iréis dando cuenta a lo largo de mi relato...
Lo del saudí. Esta gente vive prácticamente por la noche. Según me ha contado nuestro conductor de la empresa, lo más fácil es que se levanten, como pronto, todos los días a eso de las 12 o la 1 de la tarde, coman, se rasquen un poco la barriga, elijan qué thob o abaya van a ponerse hoy y empezar a ir de centro comercial en centro comercial y tiro porque me toca ya tarde y se tiren por ahí hasta horas bastante avanzadas de la noche. Aquí los centros comerciales cierran a las 11 de la noche (o, al menos, las tiendas).
Así, cuando llegamos por la mañana, estaba cerrado. Le preguntamos por cuándo abrían la tienda a los comerciantes de las tiendas de al lado. Al final (esto implica más de media hora esperando y el irnos a comprar carne a otro sitio, volver y seguir la tienda cerrada) nos dijeron que sólo abría por las tardes a partir de las 4.
Nuestro gozo en un pozo y decidimos intentarlo esa misma tarde. Realmente no recuerdo a qué hora llegamos, pero seguro que estaba cerrado. Tras esperar un buen rato, llegó un saudí de estos que tienes que mirar 2 veces para encontrarlo. En este caso era tanto a lo ancho como a lo largo.
La joyita se dedicaba a hablarnos en árabe como si le entendiéramos algo de lo que decía. Al final optó por llamar a un charli de una tienda para que le tradujera lo que nosotras le decíamos en inglés.
A pesar de algo de desconfianza, y basándonos en que la abaya que se hizo mi amiga el año anterior había quedado bien, decidimos copiar la abaya de la tercera amiga para la primera y yo copiarme la mía y ponerle una capucha (resulta más cómodo llevar abaya con capucha en vez de un velo. Es más rápido para cubrirte la cabeza y menos engorroso). Teníamos que recogerlas la semana siguiente.
Segunda semana: me voy yo con la dueña de la abaya. Llegamos a las 5 menos 5 de la tarde. El dependiente llegó a las 5:15. Nos seguía hablando en árabe. Mi abaya estaba hecha con otra tela. La capucha parecía como la lengua de un gato cuando la extiende para beber. Mi amiga casi se me muere allí de la risa. La abaya que tenían que hacer para la primera amiga no tenía el cuello como lo tenía que tener y las mangas tampoco. Todos conocemos la complicación de hacer una copia exacta pero lisa, toda negra, de una bata.
Le decimos todo lo que ha hecho mal y nos vuelve a decir una fecha para 3 días después.
3 días después: voy con la primera amiga porque estaba muy agobiada por si se perdía la abaya original. Llegamos y nos toca volver a esperar (por supuesto). Le decimos que nos devuelva la abaya original. Nos dice que no la tiene él y que está en el sastre. Mi amiga monta en cólera y le dice que se la traiga inmediatamente. Discusiones varias. No nos entendemos y el saudí llama a otro de otra tienda que aguanta el chaparrón dirigido al primero como un campeón. Nos dicen que la traen a las 8 de la noche (como 3 horas más tarde). Más cólera. Llama a nuestro conductor que se maneja en árabe y en inglés. Al final, después de mucha bronca, yo me llevo mi abaya (que además, tiene bolsillos y es lo mejor del mundo), la de mi amiga me queda fantástica a mí, aunque un poco corta y por supuesto, aún no le han puesto cuello. Y terminamos por pedirle otra abaya-thob más pequeña para mi amiga y que le pongan cuello a la mía. 
Nuevo plazo: casi otra semana. Vuelvo con una tercera amiga. Las 2 abayas están bien, tienen el tamaño que tienen que tener. Increible pero cierto. Decido encargar un pañuelo porque el resto de los que tienen por ahí no me gustan demasiado. Hablando con la joyita del nilo hasta que más o menos me entiende y me saca muestrario de telas. Elijo una y, de repente, aparece otro dependiente que habla inglés estupendamente y me da otras opciones de tela que yo elijo gustosamente porque, aparte de más bonitas, eran mejores. 
Unos días después tenemos que cambiar la fecha de una cena que teníamos en mi casa con amiga 1 y amiga 2. Resulta que coincide con cumpleaños de amiga 2 (dueña de abaya). Amiga 1 y yo decidimos regalarle una copia de su abaya un pelín más ancha y un pañuelo. Nos volvemos a presentar allí. Le decimos todo con una cuca que había en la tienda de traductora. Se supone que me daban la abaya junto con mi pañuelo y compramos otro pañuelo hecho para amiga 2 para curarnos en salud y tenerlo ya.
Llega el día. Voy con mi marido a la tienda. Sorprendidos de que esté abierta. Entramos y le pido el pañuelo y la abaya. Me saca un pañuelo al que no le había cosido la tela porque me decía que ahora no había tela suficiente para colocar en los 2 lados y que tenía que ser en unos sólo. Le respondo que tenía que estar el pañuelo porque habían consultado disponibilidad de tela y tenían suficiente. La abaya no la tenían. 
Conclusión: la que montó en cólera fuí yo. Me puse a darle voces y a pedir alguien que me tradujera (le tocó al pobre charli del primer día). Es la primera vez que me dedico a gritar a alguien de una tienda. Le dije que como volviera el próximo día y no estuviera todo que le cogía del cuello al nombrado, desde aquel momento, el enano mal lobotomizado. 
Para evitar más problemas de traducciones y hacer que mis amigos sufrieran nuevas experiencias con la sociedad secreta, mi marido y yo nos llevamos a 2 amigos a recogerlas. Uno de ellos habla árabe y nos ayudaría con la interpretación.
Tuve a los pobres dando vueltas 3 horas o algo así. Aunque por medio, nos dio tiempo a hacer el resto de compras que tenían que hacer los 2. 
Cuando apareció la joyita del enano mal lobotomizado eran las 9:15 de la noche. Me enseñó la abaya. Le pedí un metro y la había hecho de mi tamaño y tenía que tener como 3 pulgadas menos. Me enseña el pañuelo y es de una tela parecida pero no era esa tela. Tenían en la tienda una abaya con la tela de mi pañuelo en las mangas que había desaparecido convenientemente para que yo no pudiera comparar la tela.
Ese era el día anterior a la cena y al cumpleaños. Tras oír todas las mentiras que le contó a mi amigo en árabe y con el cansancio que teníamos, le dejamos claro que era un auténtico mentiroso y le dejamos con todo eso que había hecho sin comprarselo. 
La verdad es que le debió fastidiar bastante porque era la segunda vez que no le veía con su sonrisa burlona. Hasta se ofrecía a arreglar la abaya.
Moraleja: Nunca bajes la guardia frente a la sociedad secreta aunque parezca que has conseguido casi con sudor y lágrimas que te hagan algo bien. Y, por supuesto, si la primera impresión es un desastre, no insistas porque puede ser peor.