lunes, 30 de mayo de 2011

Y sin poder hacer nada para remediarlo...

Se nos marcha un compañero de mi marido definitivamente del país (que te vaya fenomenal por tu tierra).
Antes de marcharte, tienes que hacer muchas cosas para dejar todo cerrado y en orden. Entre esas cosas está el vender el coche. Para venderlo, parece ser que te tienes que ir a un sitio (y sólo todo ese sitio en la ciudad) a conseguir un papel.

Según me han contado, es una locura. Vas con tu coche y hay 3 filas que van a parar a unos puestos similares a los de pago de peaje en una autopista. Pues bien, ya os he contado en otras ocasiones que ésta gente y su falta de educación no tienen la menor idea de lo que es respetar una fila o cualquier cosa con un poco de orden que se le parezca. Yo éste tipo de atascos sólo lo he vivido una vez al pasar por un control entrando en la ciudad y me pareció brutal cómo se mete la gente, como si en ello le fuera la vida. 
Por lo que me han contado, ese atasco en el que estuve yo, era un caminito de rosas.

La escena era tal que todo el mundo metiéndose a lo bestia, empujándose unos a otros con los coches (con los rozones y abolladuras que ello conlleva), y mejor que no te metas, porque te la pueden liar.
Vamos, lo mejor para poder vender tu coche en las peores condiciones para la carrocería.

Pues bien, éste chico estaba esperando y un amable taxista frenó un poco para permitirle entrar en la fila. Cuando se disponía a entrar, el coche de detrás del taxi decidió que no le daba la real gana de que se pudiera meter, embistió al taxi que, de rebote, dio un golpe al coche de nuestro amigo. 
Con un par!
El pobre taxista el que habían dejado tipo sandwich pidió disculpas por algo de lo que no había tenido culpa.
Nuestro amigo se bajó del coche y le dijo al cretino de conductor (ya sé que con cretino me quedo más que corta, pero creo que ni lo peor que se me ocurre para él me parece justo y suficiente) que qué pasaba, que lo que habían hecho no era normal y que llamaría a la policía. 
Acto seguido se bajaron el cretino y sus amigos y le dijeron que sí, que llamara a la policía que ya hablarían ellos con quien viniera y ya le dirían que nuestro amigo se había puesto a despotricar de Alá, del profeta, de la religión musulmana y de todo lo que a ellos se les ocurriera decir.

Nadie llamó a la policía porque ya se sabe quién va a perder de antemano en una disputa con un saudi frente a la policía. Desde luego, el saudi que se piensa que es el amo del mundo y que puede ir por ahí pisoteando a todo el que quiera se irá de rositas.

El coche se ha quedado con una puerta que no abre. Y todo ha sido por no perder un puesto en la fila porque nadie es más que ellos o, más bien, porque ellos son más que nadie. Es lo que pasa cuando le das a un puñado de tribus que no saben ni hacer la O con un canuto cantidades desorbitadas de dinero en vez de un poco de educación y respeto. 
No son todos así, pero ya se sabe, destaca más lo malo (de lo que en éste país, por desgracia, hay demasiado) que lo bueno.

Protagonista e inminentemente repatriado, si ves algo que no ha sido así, no dudes en corregirlo y gracias.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Una tarde de compras

Hoy, después de comprar ayer un pantalón que he tenido la suerte de que me quedara bastante bien, he decidido ir a comprar alguno más en otros colores y, de paso, al Carrefour.

Pues bien, te recoge el conductor, vas con una amiga, tú tienes que comprar los pantalones y tu amiga se va camino al Carrefour y quedamos para vernos allí cuando termine.

A todo ésto, tú vas ya acelerada. Es una de mis características en éste país. El ir acelerada cuando vas a comprar lo que sea. Es siempre como si llegaras tarde a todos los sitios. 
Por otra parte, tu conductor tiene más o menos un horario que procuras que se cumpla en la mayoría de los casos (alguna vez es imposible y no pasa nada, pero él está para cuando tu marido está trabajando para que te puedas mover). Aún así, mi estado acelerado parece que ha calado hondo en mí y va a ser un poco complicado quitármelo de encima. Haces las compras como si en ello te fuera la vida y terminas rápido, te sobra tiempo mientras te tomas un café encerrada en un cubículo cuchitril del starbucks esperas a que tu amiga termine y que venga tu marido (que tiene que hacer unas gestiones en el centro comercial y sale tempranito del trabajo) a por las 2 y liberas al conductor.

Cotinilla cochambrosa de simulacro de terciopelo de la zona de mujeres de la cafetería en medio del centro comercial que no se cierra entera ni por asomo. Monísima


Véase sofás en mismo tono que cortina, mesas destrozadas por las señoras cucas que tanto cuidado y respeto tienen por todo lo que las rodea.


Otra vista del resto de cerramiento de la cafetería. 

Llega tu marido, hay una cola del 15 para que le atiendan en el banco. Sólo hay 8 personas delante de él, sólo hay 1 tío trabajando de los 3 puestos que tienen para atender cualquier gestión que no tenga nada que ver con tarjetas de crédito (para eso hay uno sólo y suele trabajar) o para pasar por caja.
Mi amiga llama a su marido porque se tiene que ir a toda velocidad o no llega a un evento al que tiene que asistir hoy y el mío no tiene pinta de terminar muy temprano. Tiempo de espera: unos 15 minutos.

Mientras, nos acercamos a una tienda que quiera ver una amiga y nos encontramos con que hay un señor Charli en la puerta de la tienda de maletas en la que trabaja con palo en mano, paño atado a palo y sacudiendo la maleta con el invento como si fuera la señora que está en el pueblo y saca la alfombra a la puerta de su casa para sacudirla. La diferencia es que la señora la saca a la calle y el tío éste la saca al pasillo de un centro comercial. Por supuesto, cuando terminó con ésa maleta, sacó otra más. Todo ello aliñado con un hedor indescriptible que se extendía gracias al movimiento de su brazo al sacudir las maletas. Nos llegaba estando a la puerta de 3 locales después del suyo. Lo único que aliviaba un poco era cuando se abrían las puertas del centro comercial y entraba una bocanada de aire a unos 37º que me dejaba respirar. Tremendo documento...

Al final, mi marido no iba a tardar tanto en el banco, y decidí esperarlo en vez de irme con mi amiga y su marido. Me volví al banco y me dejaron pasar con el carro de la compra. En cuanto entré, cerraron el banco por el rezo, atendieron a mi marido a los 10 minutos de entrar y nos sentamos a esperar a que se acabara el rezo ahí encerrados, hasta que el del banco nos dijo que no había problema, que podíamos salir por la puerta de atrás. Creo que nunca había visto un banco con puerta de atrás. Así que allí nos dirigimos con el carrito de la compra y todo y nos pudimos venir a casa.

Qué bonito es éste país, que para hacer cualquier chorrada, pierdes absolutamente toda la tarde. Y encima tenemos que dar gracias a que no tuviéramos que ir a ningún sitio más, porque si no, entraríamos en zona atasco, nos pillaría el último rezo del día por medio y al final llegas a eso de las 10 de la noche.

viernes, 20 de mayo de 2011

El caso es rezar...


Lo primero es lo que hacemos todas cuando entramos a un baño público desconocido, y lo hacemos para que conozcan y apliquen correctamente la segunda palabra a la hora de limpiarlo.


Aquí, diréctamente te lo ordenan y, además, te dicen que está cerrado para rezar.