jueves, 24 de noviembre de 2011

Cosas del agua y del exceso de personal

Éste verano, se nos volvió a estropear la enfriadora de agua. Ya tenía tranquilamente sus cuatro años y era la tercera o cuarta vez que se le salía toda el agua.
Mi marido se la regaló al señor Miyagi (conocido en éste blog como el cotilla polvorilla) y le dijo que si la quería y la conseguía arreglar, era para él. Le hizo un escrito para que quedara claro que era un regalo y que no la había robado de ninguna casa.


El agua que tenemos aquí, la suministran todos los días o casi todos con camiones cisterna. Sabemos que es agua potable, pero casi mejor que ni se nos ocurra tomarla. No tiene más cal porque es imposible.
Eso se nota una barbaridad cuando te toca ponerte a cocinar. Cuando llegué y no sabía que mejor no cocinar con el agua del grifo, me pasaban cosas como que el arroz tardaba como 40 minutos en cocerse en vez de los 15 o 20 habituales.

Una enfriadora es una de las mejores soluciones para éstos menesteres. El bidón de 5 galones (creo que son unos 18 litros) te sale por 6 riyales (al cambio más o menos 1,20 euros) frenta a los 95 riyales (19 euros) que puedes llegar a pagar por 18 litros de agua en botellas de litro y medio cada una. Por supuesto, hay una gama intermendia de precios dependiendo de la marca de agua que se elija, aunque la elección más económica será siempre en bidón. Cómo echo de menos el agua de Madrid!!!!

A lo que iba. Cuando llegamos de vacaciones, nos lanzamos a la búsqueda de una enfriadora. Siempre crees que, en un país donde se bebe bastante agua embotellada, habría mayor variedad de enfriadoras. 
Pues no. Como mucho, en cada tienda, sueles encontrar unos 4 modelos, en algunos 2 y son casi todas marcas chinas que sabes que te durarán un suspiro y tampoco están tan baratas como para no pensárselo.

Vas al Carrefour y pasa lo que siempre suele ocurrir. Cuando te decides por una tras haber hecho tu estudio de mercado con otras tiendas y pides esa enfriadora, siempre será la única que tengan, la de exposición.
Le pides que te rebajen el precio y te dicen que ni de broma. Te quedas sin tu enfriadora que habrá sobado todo el mundo con las manos después de toquetearse los pies. Ya no te merece la pena meter todo en lejía para desinfectarla si te cobran lo mismo que si fuera nueva.

Si en las primeras tiendas no encuentras nada, ya te toca ir de ruta turística por la ciudad.
Ésto es lo que nos encontramos:

- Tiendas normales a pie de calle muy pijas en las que se mueren por venderte algo.
- Tiendas cutronas en las que ni te dan las buenas tardes cuando saludas, y que les da lo mismo vender algo que no. De hecho, parece que prefieren no venderte algo por no hacer el esfuerzo. Es increíble.
- Lo mismo pero a la inversa (es decir, el primer tipo de tienda con el segundo comportamiento o el segundo tipo de tienda con el primer comportamiento)
- Grandes superficies de electrodomésticos y electrónica en general.

Después de pasar por varias de los tipos descritos arriba, terminamos en una de las grandes superficies.
Había bastante variedad. De hecho, más variedad que en todas las tiendas que habíamos visto antes juntas.
Estábamos mirando. Sólo se acercó un charli con su mono de trabajo y se nos puso a hablar en árabe para contarnos cual tenía neverita en la parte de abajo y cual no. Muy amable el señor.

No se acercó ni un sólo dependiente de la tienda a ver qué queríamos. Tampoco los buscamos.
Al final nos decidimos por la de la foto y se lo dijimos al charli.

El charli era Juan Palomo. Él solito cogió la enfriadora, la llevó a la caja, pasó el lector, sacó el tiquet. No nos cobró, porque estaba sentado en la caja el saudi cajero y eso sí que lo hizo él, recoger el dinero y darnos la vuelta para que el charli no tocara la pasta.
El charli nuevamente se llevó el tiquet a otra zona donde sacó él solito la factura, la trajo y la selló en el puesto de seguridad que había en la entrada y ya te sirve esa factura como garantía.
Por último, llevó la enfriadora al coche y le ayudamos a subirla. Es maravilloso cuando coincides con alguien que sabe lo que hace y lo hace bien y rápido. No es muy habitual por aquí encontrar gente tan sumamente eficiente.

Da la sensación de que estaba trabajando sólo ese hombrecito menudo de cara amable, a pesar de su situación aquí.
Pues no. Había como 3 cajeros, no sé cuántos dependientes había dentro de la tienda, pero más de 4, seguro que sí. Había otros 2 saudis en el puesto de sacar las facturas y, por supuesto, había un vigilante en el puesto donde te sellan las facturas.

Viva la saudización de los puestos de trabajo. 

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