miércoles, 23 de febrero de 2011

Hazme hueco, que habiendo hueco yo ya.... me escondo

Me temo que ahora mismo lo más novedoso y entretenido que tengo por éstas tierras es la gata. 
La señorita no es tan sociable como el gato que hemos tenido de intercambio que, en cuanto sonaba el timbre, salía corriendo a ver quién venía. La nuestra hace todo lo contrario. Primero se esconde y unos minutos más tarde se empieza a asomar con mucho cuidado no sea que se la pueda ver..
Pues bien, el día que vinieron a pintar, andaba por ahí escondiéndose. Pero los pintores a veces salían y entraban para meter pintura, escaleras, cartones y demás y luego para irse llevando todo.
Cuando llegó mi queridísimo por la tarde, la gata desapareció. No fuimos capaces de encontrarla. Sabíamos que debía de estar en el cuarto del ordenador porque el nuestro estaba cerrado para no morir del colocón de pintura. 
La llamamos, miramos debajo de las camas, miramos por el resto de la casa por si la había dejado encerrada sin querer y nada. Nos asustamos pensando que se podía haber escapado en algún momento de despiste  por la puerta.
En ese momento, mi marido escuchó un miau. Seguimos buscando y nada. Cuando ya estábamos en el salón, aparece la tía tan pancha. No teníamos ni idea de dónde se había metido, porque no hay ningún sitio donde se pueda meter ella sóla y que nosotros no la podamos ver con facilidad.
Al rato volvió a desaparecer. Buscando con más calma y tranquilidad que antes, porque ya sabíamos que en casa estaba, mi marido me llama y me dice que ya sabe dónde se escondía.

Nos agachamos y vimos un bulto que podía resultar sospechoso bajo la cama y que, gracias a los muebles del año de Maricastaña, pensábamos que símplemente estaba así de mal la parte de debajo del canapé de la cama. Pero no. Era la señorita que estaba ahí metida y hacía que la tela de remate tocara el suelo.
Conseguimos sacarla tras un buen rato de jugar con ella hasta que encontramos: EL HUECOOOOOOO


Aquí parece que las reparaciones van a ser igual de sencillas que en España, pero díme ¿dónde puedo conseguir unos retales para arreglar el hueco así en un rato?. Pues es imposible, tendrías que ir en coche a tomar por saco en busca de algo que puedas usar. Vamos, que menos de hora y media o algo más si te pilla un rezo por medio no te libras.
La solución pasa por buscar el trapo más viejo que encuentres, cortarlo y quedarte sin la prenda en cuestión.
Pero la solución me quedó bastante aceptable y, de momento, no ha encontrado otro hueco...


Salvo el de convertirse en el nuevo envase de coca cola

2 comentarios:

Chus Nevado dijo...

¡Juassssssssssss! Yo me parto con tu gata... anda que vaya ideítas de esconderse en el canapá. Menos mal que lo descubrísteis relativamente pronto, porque si no, ¡vaya susto!

Besos

serviola dijo...

Esta gata es especial. Perdón, quería decir espacial. Yo creo que es de Marte.