sábado, 13 de febrero de 2010

Un día en las carreras

Ayer nos fuimos al hipódromo a comer y a pasar la tarde.
Ir al hipódromo es gratuito. Por supuesto, la zona de las gradas está dividido en zona para hombres y zona para familias. Por supuesto, la zona para hombres tienen mayor acceso a la zona donde pasean los caballos antes de las carreras, mientras que la zona de mujeres tienen derecho a acercarse sólo a una parte de dichos corralillos.
                                                    
   Esta es la zona de hombres

Cuando llegas al recinto ves que, efectivamente, esta gente se deja un pastizal donde a ellos les conviene. Todo cuidadísimo. Flores, palmeras cuidadas, césped verde y en un estado envidiable. 

Llegas, aparcas y te metes en el recinto que tiene una especie de taquillas que dudo que se hallan usado en algún momento desde que se abrió. Nosotros pasamos por la zona de familias en vez de ir por la entrada principal (la vip, que no sabemos si podíamos pasar por ahí o no) para buscar el ascensor que llevara al restaurante. No lo encontramos y los de seguridad (con su metralleta belga incorporada) nos indicaron por dónde subir. Nos tocó escaleras y luego bajar un par de plantas en ascensor porque la puerta de acceso al restaurante desde las escaleras estaba cerrada. La verdad es que tampoco fue tan horrible hacer un poco de ejercicio antes de comer.

Para ir al restaurante, lo primero que hay que hacer es reservar con antelación, porque si no, es complicado poder entrar. Llamamos el día anterior y nos dijeron que no podíamos ir porque estaba todo lleno y que se quedaban con nuestro número por si alguien anulaba y nos avisarían. Lo curioso es que sí te llaman si se queda algo libre. Nos avisaron unas horas después.

El restaurante y resto del edificio que pudimos ver más tarde estaba muy bien y muy cuidado. La comida consistía en un buffet libre. Creo que puede ser uno de los más completitos que he visto. Podías encontrar una gran variedad de ensaladas, palitos de cangrejo, langostinos ya pelados, langosta, salmón y muchas cosas raras. Alguna de ellas estaba muy buena. Los camareros muy atentos, rellenando la copa de agua y la de zumo espumoso de manzana en cuanto veían que te quedaba poco.
Los segundos también estaban muy buenos. Había chuletillas de cordero que estaban tiernas y todo y muy, muy ricas. Carnes, arroces, pasta, langosta cocinada.... Y los postres fueron un problema, porque ya estabas lleno y realmete no sabías qué tarta, dulce, o qué escoger.
El cafetito ya te lo ponían ellos en la mesa.

Llegamos a las 3 de la tarde a comer y las carreras comenzaban a las 4. Podías comer al ritmo que te apeteciera porque todo un lateral del restaurante era una cristalera desde la que veías prácticamente toda la pista de carreras y se veía cuando empezaban a llegar los caballos. Esa cristalera es el cierre de una terraza que ocupa lo mismo que toda la longitud del restaurante donde puedes salir a ver las carreras. El restaurante, para que no te pierdas nada tiene también televisiones para que, estés sentado donde estés, puedas seguir todo lo que esté pasando fuera.


(Estas eran las vistas desde dentro del restaurante. La foto anterior está sacada desde la terraza)




(Y este el libreto que te dan en el que te cuentan quién va a correr en cada carrera y un listado de todos los que habían ganado grandes premios allí desde no recuerdo qué año)

Una vez que comes te puedes bajar a las gradas (llenas de saudís que se quitan las sandalias o los zapatos y tienen puestos los pies en los asientos de delante con alguien sentado ahí o no, que tienen toda la zona de gradas llenas de restos de envoltorios de comida y vasos de café o de refrescos) o te puedes quedar por el restaurante (dejando tranquilamente tus cosas dentro, pudiéndote quitar la abaya o símplemente llevándola sin abrochar, entrando a tomarte un zumito de manzana, agua, a terminarte el café que te has dejado a medias, cogiendo algún trocito más de tarta si te apetece un par de horas después de haber comido....).


  
 (En esta sólo se ven algunos de los pies, pero tenían todo hecho una pocilga)

No tengo muy claro porqué, pero al final nos quedamos arriba. Pero lo elegimos porque tenías mucha mejor visibilidad desde ahí.
A las 4 empezaron las carreras. Los caballos iban mejorando a medida que pasaban las carreras ( o eso nos pareció a pesar de no tener ni idea de caballos de carreras)










(Estos 2 fueron bastante bien durante la carrera, pero al final no ganó ninguno. El más oscuro quedó segundo en su carrera)



Los caballos pertenecen a príncipes árabes. Se compran caballos carísimos para competir entre ellos. No se puede apostar. Es pecado apostar en este país. Así, que en vez de apuestas, hay rifas. Tienen unas cajas en la que, el que quiere, mete un papelito (que no tengo ni idea de si los venden o cómo se consiguen) en la caja con el número del caballo que creen que va a ganar. Los retiran en cuanto comienza la carrera. Cuando ya conocen el ganador de esa carrera, lo primero que hacen es vaciar los papeles del número ganador a una bolsa de plástico que llevan a una especie de bombo. El resto los tiran a la basura. Y luego de ese bombo, se saca uno de los papeles y esa persona será la que ha ganado lo que se halla sorteado. Lo que no sé es si se sortea algo por carrera o se hace un sorteo al final de todas las carreras. Tenía pinta de que sorteaban un coche al que enfocaban mucho las cámaras y lo sacaban por la pantalla que había delante de las gradas.





    




(Aquí es donde apuestan)








Por supuesto, a media tarde se paró todo por la hora del rezo. En el interior había zonas habilitadas para el rezo. Lo que no nos esperabamos es que se pusieran a rezar en medio de una zona ajardinada en medio del hipódromo y mirando hacia las gradas. Yo no los había visto y me avisaron de que estaban rezando justo en el momento en el que se estaban inclinando hacia adelante y luego se volvieron a incorporar todos a la vez. Parecía, justo en ese momento que estaban bailando Paquito Chocolatero. En medio de una pista y subiendo y bajando a la vez. No tiene nada que ver con cuando los ves a todos a la vez en una mezquita o en el aeropuerto que también rezan todos a la vez, que no se te hace raro ni piensas en este tipo de bailes. Pero ahí en medio, iluminados con los focos del hipódromo, los cánticos de fondo y mirando a las gradas....











(A la izquierda, la primera imagen que vi. A la derecha, la continuación)






Parece ser que era un día en el que había carreras importantes. Pero comenzaban a partir de las 6 de la tarde las mejores. Acudió tarde un príncipe bastante importante (como parece ser que suelen hacer) para hacer entrega de los premios. Los palcos que teníamos muy cerca de la terraza se empezaron a llenar de príncipes y más príncipes. La gente gritando emocionada con los caballos cerca de la línea de meta. La verdad es que fue una tarde bastante entretenida.  

Aquí os dejo unas pocas fotos de las carreras y la de abajo a la derecha es de la banda de música que dio la bienvenida al príncipe.
Lo que hay detrás de la banda, son las pantallas caras en las que informaban del caballo, el jinete, el peso que llevaba el caballo y todo lo que había que saber para hacer "las apuestas".

                                  






















Cuando terminaron las carreras, estabamos encerrados en la zona del restaurante porque habían cerrado todo para que saliera el príncipe. Así que salimos guiados por uno de los camareros por la cocina del restaurante, por el montacargas y por todas las puertas de atrás hasta que nos dejó al lado del aparcamieto.

Una experiencia recomendable. Curiosa y entretenida.
Por cierto, tengo que agradecer la donación de fotos a mi señor esposo y al otro.

1 comentario:

Crispal dijo...

¿Paquito el Chocolatero? Jajajjajajajajajajajaja me parto. ;-)