La siguiente historia comienza el viernes 3 de diciembre.
Nos fuimos de excursión al fin del mundo. Decidí llevarme la cazadora vaquera para frescurri moderado y el forro polar por si refrescaba algo más de la cuenta. Al final no necesité nada más que la cazadora.
Llegamos de nuevo a casa y yo llevaba mis 2 prendas de abrigo bajo el brazo desde el coche.
Aún o sé cómo ha sido posible que no me diera cuenta de que se me había caído el forro antes de llegar a casa en un trayecto de 2 minutos escasos.
A las 3 horas (noche cerrada) salimos para echar unas partidillas de mus con unos amigos y vimos una chaqueta que parecía negra y lo comentamos. No le hicimos más caso.
Al día siguiente yo no salí de casa hasta las 4 de la tarde y mi marido ni se fijó por la mañana en la chaqueta que habíamos visto.
A todo esto, yo no echo de menos el forro en casa hasta el lunes que se lo ofrezco a la madre de un amigo que estaba aquí de visita y no aparece por ningún sitio.
A la mañana siguiente empiezo a preguntar por todo el compound a ver si alguien la ha visto sin nada de suerte.
Éste sábado pregunté a los chicos que limpian las escaleras de entrada a los portales ya a la desesperada y sin suerte, porque ninguno de ellos la había visto.
Evidentemente el forro polar ya había sido dado por perdido para siempre por mi marido, casi del todo por mí y por todo aquel al que le había preguntado y contado dónde y cuándo desapareció.
Hoy, a la hora de comer, han llamado a la puerta. No esperábamos a nadie. Vamos corriendo y nos encontramos a 2 de los que limpiaban las escaleras. Uno de ellos era el chiquitín (porque es increíblemente pequeño) a quién había preguntado por mi forro y me había dicho que no lo había visto.
Me traían mi forro. Hemos alucinado en colores y en tres dimensiones.
Es una auténtica delicia poder descubrir que hay gente muy, pero que muy buena en estas tierras a la que estoy inmensamente agradecida.
Si me pasa en España, la probabilidad de recuperarlo habría sido cero.
Y, además, creo que estos pobres son de la gente más humilde que trabaja en el compound.
También me alegra el poder sorprenderme con cosas buenas y no sólo con las cosas malas.
3 comentarios:
Hay gente buena y mala en todos los lados. Lo que es triste es que nos tomemos con normalidad las cosas malas, y nos sorprendamos cuando vemos alguna buena. Ojalá nos sorprendiésemos más a menudo.
Total y absolutamente de acuerdo contigo.
Por supuesto... enanos puteaos hay en todas partes, y entre los àrabes no lo son menos.
Además fijo que son de lo más buena gente del lugar. Estoy seguro al 100%... sin que ello sea óbice para estar segurísimo de que también son los más incultos y manipulables.
En fin... que espero que al menos se llevase un aguinaldo navideño el hombre!
un besazo wapa!
Publicar un comentario