domingo, 24 de enero de 2010

El cotilla polvorilla

El jueves (sábado de aquí) llamamos para que viniera un carpintero para colgarnos el espejo del Ikea que conseguimos después de 2 meses y 5 visitas en las que nunca estaba el que andábamos buscando. Recuerdo que para colgar cualquier cosa en casa o para cambiar una simple bombilla tenemos que llamar para que nos lo hagan los trabajadores del compound.
A la hora y media de haber llamado y que no apareciera nadie, volvimos a llamar y nos dijeron que llamarían al carpintero. Una hora más tarde (5:15 de la tarde) aún no había venido y llamamos de nuevo y nos dijeron que habían avisado al carpintero y que no sabían nada más. Y también que a partir de las 5 de la tarde ya no vendría, que lo intentaramos ya otro día.

Pues bien, ayer llamé para que viniera el carpintero a lo del espejo y un electricista a cambiar una bombilla.
Como llamé a las 12 menos cuarto, me dijeron que ya llegaría después de la 1:00 (suelen comer de 12 a 13). A la 1:00 llaman a la puerta y aparece el Sr. Miyagi. Un filipino chiquitín al que yo le sacaba casi una cabeza. Todo lo que tenía de chiquitín, lo tenía de acelerado, de cotilla y de gracioso.
Lo primero que hizo fue preguntar cuánto nos había costado la mesa de billar que tenemos en el salón y decirme que en su país son muy caras y que si yo era inglesa. Al decirle que no, que era española, me empieza a decir que tenemos muchas palabras en común con los filipinos y me empieza a decir los números en español. Y todo esto hablando un buen inglés con una bastante mala pronunciación a una velocidad de vértigo, con lo que entenderle todo era complicadito.
Le llevo a nuestro cuarto, que es donde queríamos poner el espejo que era también más alto que él.
Nos ponemos a ayudarle porque era complicado para él sujetar el espejo a la altura a la que lo queríamos y marcar con el lápiz dónde lo va a colgar. Nos ha dejado la pared llena de rayajos de lápiz alrededor del espejo. De un nivel ni hablamos, aunque al final ha conseguido dejarlo prácticamente recto comprobando que teníamos razón y que había medido demasiado rápido y que la línea estaba torcida.




Le llevamos, para que pudiera hacer los taladros, el taburetillo ese que hay en muchas casas del Ikea. Nos dijo que claro, que se lo llevabamos porque era chiquitillo y que si no, que no llegaba.




Antes de hacer los taladros, se escapa al salón y nos aparece con un plano para tapar la cómoda para no ensuciarla. El tío, en vez de preguntar, se larga y coge todo lo que le da la gana. Por supuesto, pregunta que si mi marido es ingeniero y nos cuenta que él ha hecho muchos planos cuando estudiaba. Y que eran planos de instalaciones, arquitectura, estructuras y de todo lo que se le pusiera por delante. Era como si le hubieran metido una guindilla en el trasero. Impresionante documento ver a ese pequeñín como si fuera una escena de Benny Hill puesta a doble velocidad. Nosotros nos mirabamos alucinados y partiéndonos de risa. Y el Sr. Miyagi, mientras tanto, sin parar de hablar. Tremendo!!!

Cuando termina con el espejo, nos pone un clavo en el salón para colgar un calendario y le ofrecemos una coca cola. Nos mira, se ríe y de repente, ve unas conchas que tenemos en la mesa del salón. Nos pregunta que dónde las conseguimos, saca un trozo de coral y nos pone la mesa perdida de la arena del coral. Acto seguido, ve las rosas del desierto (a estas alturas ya ha cogido la coca cola, después de contarnos que no puede tomarla por temas de salud, pero que da igual porque luego se toma las medicinas y aquí no ha pasado nada) nos pregunta también que de dónde las hemos sacado o comprado. Nos empieza a contar que cerca de donde las habíamos cogido, murió Judas Iscariote.

Nos contó cómo se llamaba, nos contó cómo se llamaba su padre, que tenía 3 hijos. También nos dijo que sentía no haber podido venir el jueves, que el aviso había sido para él, pero que tuvo muchísimo trabajo.
No nos extraña. Con lo que se entretiene cotilleando, así no le cunde el trabajo.

La pena es no haberle sacado una foto. Todo un personaje que nos ha hecho reírnos hoy un buen rato.


7 comentarios:

Crispal dijo...

¿Judas Iscariote murió en la carretera de Hofuf? ¿Atropellado por un camello, quizás? Me parto con esta peña.

Cuca dijo...

Atropellado por un camello que conducía un beduino borracho :P

Toshiro Kurosawa dijo...

Fascinante personaje! :D :D

Cuca dijo...

Judas, el cotilla polvorilla o el beduino borracho? :P

Toshiro Kurosawa dijo...

El cotilla polvorilla, por supuesto :D

Unknown dijo...

Ja, Ja... he visualizado al Sr Miyagi y todavía me estoy recuperando del ataque de risa.

Unknown dijo...

realmente te inspiro esa pelicula eeehhh jajajajajaj una pena no poder ver a vuestro miyagi