Hola a todos.
Parece que sólo aparezco por aquí para felicitar el año nuevo. Y esta vez con mucho retraso y de chiripa. Hoy hemos estado hablando de blogs y me he acordado. Es bastante triste no acordarte del blog en tanto tiempo.
No sé ni por dónde empezar. Ha sido un año bastante completito en lo que a trabajo se refiere la primera mitad con el barrigón de acá para allá y el otro medio año ha sido dedicación total a un enano precioso que nos tiene todo el día ocupados.
La experiencia del embarazo aquí, para mí que no he tenido complicaciones durante el mismo, ha sido curiosa. Lo que ya no puedo hacer es comparar con cómo podría haber sido en España.
Según me han dicho, es casi que mejor aquí. No tienes que pedir dos millones de citas para que te hagan pruebas. Aquí, llegas y te las hacen casi todas de seguido sin esperas. Resulta muy cómodo. Es lo que tienen los seguros privados, supongo.
El trato en el hospital fue fabuloso. El personal encantador. Se portaron muy bien con nosotros y nos cuidaron muy bien.
En lo que se refiere a vivencia cuando salía a comprar y cosas de la vida cotidiana, he de decir que la gente en general se ha portado muy bien conmigo.
Si te ven intentando coger algo donde es complicado acceder con la barriga, se ofrecen instantáneamente. Incluso ha habido alguna mujer que se ha ofrecido a vaciarme el carro en la cinta del supermercado para que no lo tuviera que hacer yo. Llegó a insistir bastante cuando le di las gracias y le dije que no hacía falta. Ésto en España no pasa ni de broma.
Experiencias religiosas: Pues una tarde en el Ikea. Justo con la llegada del calor a lo grande y con mis pies a juego con ese a lo grande, pero más hinchados aún. Nos pilló el rezo dentro y yo encontré una silla de esas que van con reposapies en una estantería. Decidí que la media hora que nos quedaba hasta que abrieran, sería perfecto para evitar una explosión de pies en medio de la tienda.
Alguien debió de molestarse, porque vinieron 2 motawas directitos a pedirme que me tapara la cabeza y esas cosas que parecían pies. No pararon hasta que bajé los pies. Se dieron media vuelta y se marcharon riéndose (lo sé porque mi marido se cruzó con ellos cuando se marchaban).
Acto seguido apareció una saudi, cogió una manta de una de las cestas grandes de metal, la desenvolvió y me la puso en los pies para que no vinieran a molestarme más. Curioso.
El resto tampoco tiene la más mínima emoción. En el compound sin salir casi que nada más a comprar al supermercado o cosas para el peque. Unas maravillosas vacaciones después de haber estado 9 meses seguiditos aquí encerrados (NO LO HAGÁIS JAMÁS. Lo primero es la saludo mental). Una locura de papeles para dar de alta al niño (que no es Saudi, es sólo Español. No te dan la nacionalidad por nacer aquí) y registrarlo en el país y en la embajada y luego hacerle su permiso de residencia.
Fuimos afortunados porque nos han ido ayudando en el proceso algunos Saudis, que sin su ayuda habríamos tardado muchísimo más en conseguir la documentación.
Muchísimas gracias a los optimistas que os pasáis por aquí de vez en cuando y más que yo esperando a ver si vuelvo.
No tengo ni la más remota idea de cuándo volveré a pasarme para contaros algo...
De hecho, tenía una foto pendiente de poneros. La tengo que encontrar primero. Pero la maternidad me ha dejado la neurona haciendo eco casi todo el tiempo y se me van olvidando la mitad de las cosas.
Espero que hasta pronto y que os vaya todo fenomenal