miércoles, 25 de mayo de 2011

Una tarde de compras

Hoy, después de comprar ayer un pantalón que he tenido la suerte de que me quedara bastante bien, he decidido ir a comprar alguno más en otros colores y, de paso, al Carrefour.

Pues bien, te recoge el conductor, vas con una amiga, tú tienes que comprar los pantalones y tu amiga se va camino al Carrefour y quedamos para vernos allí cuando termine.

A todo ésto, tú vas ya acelerada. Es una de mis características en éste país. El ir acelerada cuando vas a comprar lo que sea. Es siempre como si llegaras tarde a todos los sitios. 
Por otra parte, tu conductor tiene más o menos un horario que procuras que se cumpla en la mayoría de los casos (alguna vez es imposible y no pasa nada, pero él está para cuando tu marido está trabajando para que te puedas mover). Aún así, mi estado acelerado parece que ha calado hondo en mí y va a ser un poco complicado quitármelo de encima. Haces las compras como si en ello te fuera la vida y terminas rápido, te sobra tiempo mientras te tomas un café encerrada en un cubículo cuchitril del starbucks esperas a que tu amiga termine y que venga tu marido (que tiene que hacer unas gestiones en el centro comercial y sale tempranito del trabajo) a por las 2 y liberas al conductor.

Cotinilla cochambrosa de simulacro de terciopelo de la zona de mujeres de la cafetería en medio del centro comercial que no se cierra entera ni por asomo. Monísima


Véase sofás en mismo tono que cortina, mesas destrozadas por las señoras cucas que tanto cuidado y respeto tienen por todo lo que las rodea.


Otra vista del resto de cerramiento de la cafetería. 

Llega tu marido, hay una cola del 15 para que le atiendan en el banco. Sólo hay 8 personas delante de él, sólo hay 1 tío trabajando de los 3 puestos que tienen para atender cualquier gestión que no tenga nada que ver con tarjetas de crédito (para eso hay uno sólo y suele trabajar) o para pasar por caja.
Mi amiga llama a su marido porque se tiene que ir a toda velocidad o no llega a un evento al que tiene que asistir hoy y el mío no tiene pinta de terminar muy temprano. Tiempo de espera: unos 15 minutos.

Mientras, nos acercamos a una tienda que quiera ver una amiga y nos encontramos con que hay un señor Charli en la puerta de la tienda de maletas en la que trabaja con palo en mano, paño atado a palo y sacudiendo la maleta con el invento como si fuera la señora que está en el pueblo y saca la alfombra a la puerta de su casa para sacudirla. La diferencia es que la señora la saca a la calle y el tío éste la saca al pasillo de un centro comercial. Por supuesto, cuando terminó con ésa maleta, sacó otra más. Todo ello aliñado con un hedor indescriptible que se extendía gracias al movimiento de su brazo al sacudir las maletas. Nos llegaba estando a la puerta de 3 locales después del suyo. Lo único que aliviaba un poco era cuando se abrían las puertas del centro comercial y entraba una bocanada de aire a unos 37º que me dejaba respirar. Tremendo documento...

Al final, mi marido no iba a tardar tanto en el banco, y decidí esperarlo en vez de irme con mi amiga y su marido. Me volví al banco y me dejaron pasar con el carro de la compra. En cuanto entré, cerraron el banco por el rezo, atendieron a mi marido a los 10 minutos de entrar y nos sentamos a esperar a que se acabara el rezo ahí encerrados, hasta que el del banco nos dijo que no había problema, que podíamos salir por la puerta de atrás. Creo que nunca había visto un banco con puerta de atrás. Así que allí nos dirigimos con el carrito de la compra y todo y nos pudimos venir a casa.

Qué bonito es éste país, que para hacer cualquier chorrada, pierdes absolutamente toda la tarde. Y encima tenemos que dar gracias a que no tuviéramos que ir a ningún sitio más, porque si no, entraríamos en zona atasco, nos pillaría el último rezo del día por medio y al final llegas a eso de las 10 de la noche.

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